Discurso docente ceremonia de titulación 2020: Camila Ramírez

Estimadas Autoridades, Decano, Director y Estudiantes.

Cuando recibí la invitación a dedicar estas palabras de despedida, fue imposible no conectar con una generación de artistas estrellados por acontecimientos inéditos en Chile y el mundo. Estrellados en ambos sentidos, en el de esa fuerza y violencia con la que se arroja una cosa contra otra y en el de esa fortuna de los que nacen con una estrella en la frente.

Fue un proceso de titulación interrumpido dos veces, o quizás la vida entera se interrumpió dos veces. La primera, como un fuego enorme que se enciende sólo cuando coinciden muchos cuerpos en el mismo problema, en la misma injusticia o en la misma vehemencia. Una interrupción que significó encontrarnos, en las calles, en una plaza, en el barrio. Yo todavía no sé qué podría hacer el arte frente a esas imágenes que nos dejó octubre del 2019, donde todo parecía posible, lo hermoso y lo terrible también. Y como un acto de paradójica realidad, después del fuego llegó el virus, después de la valentía llegó el miedo, después de encontrarnos en una plaza común nos pidieron soltarnos y refugiarnos en nuestros cuartos propios. Y quizás lo más conflictivo, es que casi cinco meses después de abrazar la consigna “hasta que valga la pena vivir”, hicimos lo posible por evitar la muerte. Algo así podría resumir el tiempo en el que las y los estudiantes aquí presentes construyeron sus obras de egreso, desde marzo del 2019 hasta la exposición Carácter en noviembre del 2020.

Fue un proceso con interrupciones vitales, pero si algo a favor tenemos las y los artistas, es la capacidad de suspender el mundo y arrojarnos a la extrañeza y al error, desde ahí es que la palabra “incertidumbre” nunca nos ha dado tanto miedo, es más, pareciera que hay un contrato secretamente firmado con ella en busca de un proceso creativo. Digo esto, porque creo que el titularse de artista en un contexto como este, les ofrece posibilidades reflexivas que nunca antes tuvo una generación egresada de esta Escuela, vivir en una persistente y prolongada pausa es quizás la posibilidad más real de perder el tiempo y ese tiempo perdido es a la vez, la única posibilidad de desentendernos de un sistema que nos exige ser útiles a tiempo completo. Es verdad, estos meses hemos sido niñas y niños atemorizados frente a un virus que nos trae muertes, fracasos, derrotas, pero quizás sólo siendo adultos asustados como niños, disfrutando de la anarquía de la infancia, es que podremos perturbar ese supuesto claro límite entre perdedores y ganadores o quizás sólo siendo niños exista tiempo por perder y donde perder signifique una ganancia.

Desde mi experiencia, algo que me gustaría compartir con ustedes hoy, es que en un mundo donde ser adulto significa alcanzar cierta plenitud, quise ser artista porque nunca me interesó alcanzar una adultez ordenada y predecible, porque solo siendo artista podría jugar creyendo que ese era mi trabajo. Un trabajo que implicaría más gasto que ganancia, como todo juego improductivo. Parte de esto implicó abrazar la incertidumbre y mis propias contradicciones cada vez que aparecieran, las quise, porque sólo con ellas podría dudar y sólo en la duda aparece el acto creativo. Por eso creo que ustedes son la generación que nace con una estrella en la frente, porque son quizás los más preparados para vivir un futuro así, con un presente que ofrece más preguntas que respuestas, y si bien ser artista nunca ha ofrecido un campo lleno de certezas, es quizás por esa misma razón que escogimos estar acá, en esta línea difusa de lo útil y lo improductivo, de la realidad y la imaginación.

Sé que fue un desafío para cada una y uno de ustedes llegar hasta acá, no sólo por la ansiedad que significa administrar la propia autonomía en su último año de estudios, sino que significó también entender los ritmos vitales, las pausas y las reacciones, por eso no me queda más que agradecer y celebrar su voluntad para concluir este proceso artístico, una voluntad que espero conserven hoy más que nunca, ya que si bien el arte es muy probable que no logre cambiar el mundo, si podrá construir nuevas formas de habitarlo, y es a esa promesa a la que ustedes se suman hoy.

 

Camila Ramírez G.

Escuela de Arte

Enero 2020