Discurso premio Caracter 2019: Ana Carolina Tapia.

Director, profesores, compañeros y compañeras, familias que nos acompañan:

Junto con saludarlos y agradecerles este espacio, me gustaría comenzar esta ocasión  con una confesión. Desde el tercer año en la carrera quise dar este discurso, no se  imaginan lo mucho que significa para mí poder dirigirme a ustedes el día de hoy,  muchas gracias por darme esta oportunidad.

Apenas supe que tenía que elaborar este discurso, me quedé completamente en  blanco. La ansiedad me consumió durante las últimas semanas y pensaba: tengo que  escribir algo que suene lindo, que se base en alguna estadística, que rime, que sea  una visión personal, que suene romántico, que suene lógico y entretenido; proceso  mental muy parecido y frecuente al momento de enfrentarme a algún encargo de taller.  Fue imposible no acordarme en ese entonces de un profesor diciéndome: “Haga algo  que venga de aquí, del estómago, que sienta, que la emocione, deje de pensar tanto”.

Fueron 5 años de experimentar, celebrar errores, tomar riesgos, observar cosas que a  otros le parecían extrañas, plasmar ideas y de buscar con tranquila desesperación algo  que siempre era desconocido. Fue un viaje introspectivo en el cual pudimos comprender  cómo elaborar reflexiones y construir un lenguaje propio a partir de nuestras propias  necesidades, inquietudes y obsesiones frente al mundo.

Sinceramente, pienso que decidir estudiar una carrera como esta, hoy, requiere de  mucha inocencia, valentía y un idealismo tremendo, haber optado por esta, nos  enseñó a sincerar nuestras convicciones.

Hoy, miro hacia atrás y no cambiaría nada, a pesar de haberme convertido en una  adulta joven con crisis existencial constante y perpetua fragilidad económica,  recapitulo lo que han sido todos estos años como estudiante de arte en esta Escuela,  y me siento muy orgullosa de la formación que recibí y las personas que nos  acompañaron durante todo el proceso.

Como artistas, tenemos las herramientas para llegar a cualquier lugar que deseemos,  estas nos dan el espacio y oportunidad de movernos a través de distintas disciplinas,  jugando distintos roles en la sociedad: desde panaderos, constructoras, recolectores  de chatarra, expertos en trueques, escritores, magos, buenos pal chamullo, fotógrafas,  científicos , y un sin número de rubros que no podría terminar de contar.

Por otro lado, soy una convencida que el arte no se separa de la vida, es la definición  de nuestros principios y tengo la certeza que tenemos una de las herramientas más  valiosas en nuestras manos, el poder comunicar, emocionar, sensibilizar y humanizar a  través de códigos distintos.

Es por la misma razón que defiendo lo indisociable de nuestro diario vivir con la  practica artística, que me gustaría expresar el orgullo de haber sido testigo y parte de  una generación que dio continuidad a una lucha trascendental como aquella por una  educación más democrática e inclusiva y por otro lado protagonizo y fue precursora de  una batalla que recién empieza, la del movimiento feminista. Debates que, junto con  visibilizar problemas estructurales de nuestra sociedad, supieron desde lo simbólico  construir trincheras en un plano cultural.

En ese sentido, no puedo dejar de mencionar la emoción que me genera la imagen de  la chica encapuchada con el torso descubierto sobre la estatua de Juan Pablo II.  Sabemos que acciones como esas son un pedazo de historia, son acciones que  significan mucho y notifican el estado de la cultura, como artistas, estamos  conscientes que las imágenes subvierten el mundo y son parte de un territorio  ideológico importante.

Ese hito como ejemplo, en conjunto con la práctica artística son muestra de cómo  podemos transformar la furia en fuerza, el dolor en grito y el cuerpo en una forma  distinta de expresarse. Para mí, el resultado más valioso luego de haber pasado por  este lugar, es haber desarrollado una visión del mundo desde el arte.

Finalmente, me gustaría aprovechar esta oportunidad para extender un agradecimiento  especial a los profesores Bernardita Croxatto y Camilo Yáñez, por contener mis

angustias y responder mis preguntas incluso antes de hacérselas, a mis compañeros y  compañeras, personas que admiro profundamente, a mis padres por hacer de flete,  bodega y terapeutas y a mis abuelos, las personas mas importantes de mi vida.

Termino este proceso con más preguntas que cuando comenzó, pero muchas certezas  también: colegas artistas, sigamos cuestionando los sistemas de orden que se nos  presenten, la unión hace la fuerza, vestirse de negro no es triste es poético, no  dejemos de aceptar lo absurdo y lo imposible y, como diría Luis Camnitzer, el arte es  educación y la educación es arte.

Gracias.