Ximena Alarcón, 2022.
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual.
Alejandra Pizarnik
El devenir de la experiencia artística encuentra su germen en un punto que, insoslayablemente, se va reiterando en el tiempo ¿Soy capaz de mirar ese punto? ¿Soy capaz de significar y cambiar ese punto? ¿Soy capaz de cambiar el continuo y producir algo a través de la reiteración? Los diversos trabajos que componen esta memoria son intentos, muchas veces estériles, otras tantas muy fructuosas y significativas, de dar respuesta a una serie de interrogantes y sensaciones que me obligan a producir, producirme y reproducirme, en una cadena que, paradojalmente se abre para volver a cerrarse sobre sí misma.
El punto inicial de la reflexión, y que posteriormente se transformará en línea, en nudo, tiene que ver con la experiencia de la repetición como forma de concebir la creación artística y que, sin embargo, intenta alejarse de la serialización o el arte mecánico, tal y como lo concibe, por ejemplo, Warhol y el arte pop. Desde mi perspectiva, la repetición se vincula a la experiencia del tiempo, en un sentido más o menos fenomenológico, en el cual el sujeto al observarse a sí mismo y de su conciencia de estar en el mundo, comienza a visualizar ciertos aspectos, ciertos actos, ciertas condiciones, que se van replicando y reiterando a lo largo de su existencia, como una especie de mancha que aparece y desaparece con la insistencia propia de lo inevitable ¿Será acaso, entonces, que existen ciertas condiciones que predeterminan la existencia y las posibilidades en relación al quehacer del artista? ¿Será acaso que este estar permanentemente en mí limite y guie constantemente los trazos que reitero como un mantra que, paradojalmente, intentan escapar de la reiteración y de la producción en masa? ¿Será acaso que estos nudos que ato no son más que la misma reiteración de mí misma de la cual intento de alguna manera escapar y significar?
Me observo en el mundo, siento el tedio, siento el sinsentido, creo, busco ritos y rituales que logren darle un significado a la experiencia y que vayan más allá de la rutina, de lo que considero como un hábito, sea este nocivo o no. En lo cotidiano está la clave, en lo cotidiano está el terror. Extraigo desde allí la materialidad que me permita crear, desde los objetos que siempre estuvieron ahí, dada mi condición de sujeto femenino que permanentemente es dirigida y supeditado a un espacio y los subvierto: hilos, telas, agujas, máquinas, cuerpos, dedos, café, vino. Abandonarse, significarse. En la repetición está el orden. En la repetición está el caos. Nuevas interrogantes que dilucidar ¿Es posible encontrar en la reiteración de mi rol como mujer un espacio de subversión que permita significar de una manera distinta ese espacio y liberarlo? ¿Es posible encontrar en la reiteración, rituales que permitan abrir espacios de sentido? ¿Qué sentido?
Domingo, el epítome de lo cotidiano. Una copa, una taza, un círculo, una marca. Insisto en la marca, en su imperfecta perfección y en su compañía. ¿Cuántas marcas he observado en mi vida?
¿Cuántas marcas sobre marcas se han inscrito sobre mí? ¿Será posible que la repetición borre la marca del tiempo y sobrescriba la experiencia? ¿Qué prevalece de esa marca sobre marcas?
¿Podré visualizar nuevamente ese momento en que apareció la huella por primera vez o estaré condenada a ver los vestigios sin encontrar respuesta alguna? Nuevamente vuelvo sobre la marca, nuevamente vuelvo sobre la mancha.